Endurecimiento ITV: ¿por qué odian los coches viejos?

endurecimiento ITVEstando en esa magnifica cola de las estaciones de la ITV, nos pusimos a dialogar un grupo de disidentes. Al estilo tertuliano, como el que cada día nos ofrecen los medios,  compartiendo las experiencias de nuestros viejos coches. Todos los auditados compartíamos una misma perspectiva: el endurecimiento ITV para los coches más viejos.

El odio acérrimo de la administración y sus secuaces hacia lo que consideran viejo, y su asimilación perversa al adjetivo «peligroso».

La mayor parte de los que estaban allí no habían tenido un accidente por razón de la edad de su vehículo, seguramente alguno más bien por la propia. Entonces, ¿por qué se ponen tantas trabas a los vehículos de más edad?.

Éstas son las conclusiones de ese enconado debate, donde se describen cuáles son las variables que explican los accidentes y si el progresivo envejecimiento de nuestro parque móvil es fundamental o solo una escusa para vender coches.

Los conceptos estadísticos de correlación de las variables: dirección y fuerza, se emplean para desentrañar este misterio de la humanidad, y a efectos didácticos faltaría.


Cada año, millones de vehículos deben volver a realizar la inspección técnica de vehículos. El problema lo encontramos con los vehículos de más de 10 años, como pueda ser el mío y probablemente el tuyo, ya que dos de cada tres supera dicha edad. Al concluir el año 2016, se contabilizaron entorno a los 30.000.000 millones de vehículos en España, lo que nos da una cifra de 20.000.000 de clientes anuales cautivos por parte de las ITV. La edad media de los vehículos se establece en los 11 años, obviamente nuestros bolsillos se han resentido por causa de la crisis.

La cuestión es ¿estamos realizando los controles con la misma periodicidad de nuestros vecinos europeos?.

Según la revista de la DGT, España es la más restrictiva con los vehículos más viejos, de más de 10 años vamos. En los países de nuestro entorno, las ITV de estos vehículos se realiza cada 2 años. Sin lugar a dudas, somos pioneros en la seguridad vial. Pero está justificada, ¿esa intensidad inspectora?. Los datos de siniestrabilidad al volante han repuntado, especialmente en el último año,  y Gregorio Serrano, director de la DGT los achaca de forma directa a ese factor:

“conducimos coches más antiguos y peor mantenidos. Casi 14 años de media tenían los vehículos donde viajaban los fallecidos este año”. En concreto, señalaba que “los turismos en los que viajaban los fallecidos tienen una edad media de 13,6 años; 11,1 las furgonetas; y 9,5 las motos”.

Existe una correlación entre ambas variables: edad del vehículo y accidentes. La edad, incide en la capacidad de un vehículo para hacer frente a una situación de riesgo. Por ese motivo se deben realizar las inspecciones periódicas, para asegurar la respuesta de un vehículo. La dirección de la correlación «edad y accidentes», es por tanto la misma: si la edad repunta los accidentes lo harán. Sin embargo, hemos de contemplar la fuerza de la correlación puesto que no solo la ITV ayuda a reducirla, sino que además hay otras variables que también inciden en el número de accidentes.

  • Han aumentado los desplazamientos en vehículo entre un 5% y un 6%. Esta variable, el número de desplazamientos empuja en la misma dirección y con mayor fuerza a la siniestralidad que la propia edad del vehículo.
  • El mantenimiento de las carreteras se ha desplomado casi un 60% en siete años. Según un informe de la Asociación Española de la Carretera (AEC), el caso es tan grabe que si no se actúa inmediatamente, en 2020 deberemos reconstruir la red viaria. El factor inversión en mantenimiento también apunta en la misma dirección y con mayor fuerza puesto que el deterioro es sumativo.
  • Otras causas serían por este orden: Las distracciones, la velocidad y el alcohol. Indudablemente, la fuerza de estas principales causas de accidentes, explica la mayor parte de la siniestrabilidad.

Tenemos claro que incidiendo en cualquiera de estos factores, reduciremos el número de accidentes puesto que todos ellos apuntan en la «misma dirección». Ahora bien, «la fuerza o intensidad de la correlación» no es la misma en cada uno de ellos. Las soluciones por tanto, no pueden trabajar sobre una de las variables sino deben realizarlo conjuntamente. El problema lo tenemos en la nula capacidad para invertir en políticas.

  • Para reducir los desplazamientos en vehículos se pueden tomar medidas que afecten al transporte público: relativas a la intensidad y número de dispositivos, o bien al coste de los servicios.
  • El mantenimiento de las vías se puede mejorar, simplemente destinando un mayor gasto a estas partidas.
  • Se puede trabajar sobre las distracciones, la velocidad y el alcohol, por medio de la formación, o las campañas publicitarias.

Todo lo anterior tiene un coste para las arcas públicas, que deben «financiar» estas políticas para reducir el número de accidentes. Fácil de decir, pero con nuestro déficit y la intervención de nuestras cuentas, difícil de hacer. Por ello, desde la dirección de la DGT, se apuntaba hacia dónde habían de centrarse los esfuerzos:

“Incentivar el cambio de vehículo. Desde el Gobierno hay que ayudar a la renovación del parque automovilístico”.

Se plantea en consecuencia, una línea de intervención concentrada en la renovación del parque móvil, incentivando el cambio. De facto, el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado de 2017 destina 66,6 millones de euros destinados a fomentar la compra de vehículos. En realidad, es calderilla comparado con los costes de mantenimiento de nuestras carreteras. Por suerte, desde presidencia se ha anunciado un Plan de Inversión Extraordinaria en Carreteras con una inversión de 5.000 millones de euros.  ¿De dónde saldrá ese dinero? Se aportará por parte de capital privado y del Banco Europeo de Inversiones: «miedo en el cuerpo de escuchar las fuentes».

La diferencia proporcional de estas partidas presupuestarias, nos muestra la fuerza de la correlación de estas dos variables con los accidentes. El aumento del envejecimiento del parque móvil tiene una incidencia inferior al deterioro sufrido por nuestras carreteras.

No obstante, para los conductores de los 20.000.000 de vehículos de más de 10 años que anualmente deben pasar esta ITV, entre los que me incluyo, sí hay una diferencia sustancial. Además de tener que pagar todas estas medidas, han de tener un coche de más de 10 años. Se lo aseguro, no se conservan estos coches por «esnobismo», ni por «tendencia». Por tanto, debemos hacérselo sencillo a estos «pagarines». Más aún, cuando está demostrado que el envejecimiento progresivo del parque móvil no es la principal fuerza de correlación. Y sin embargo cada vez será más difícil para nosotros con el consabido endurecimiento ITV. La nueva normativa sobre Inspecciones Técnicas de Vehículos (ITV), permitirá contar con una inspección más exigente: sistemas anticontaminación y prueba específica sobre la centralita del vehículo. Al final lo conseguirán, tener un vehículo de más de 10 años no supondrá ninguna ventaja.

Yo me pregunto: ¿qué es mejor incentivar el ahorro de las familias que ha caído a mínimos de 18 años o contentar al sector del automóvil?.

Y aquí sigo, en la ITV, lo sé no pedí cita previa, ni yo ni el 80% de los vehículos. Más de tres horas para pasarla y resulta que la luz trasera, que comprobé antes de salir, está fundida. Algo habrá tenido que ver encender y apagar el coche 25 veces, en fín falta grave. Tocará volver pagar 20 € más y lo peor revivir el trauma de la ITV anual. Lo he comprobado en el manual de procedimiento de la ITV, como solo tengo una luz de marcha atrás y no funciona «me han declarado culpable». Que se le va a hacer, al menos esta «infame procesión» me ha servido para escribir unas líneas.

LUZ TRASERA

 

 

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