Todos somos imprescindibles en la cadena editorial.
Los autores, impresores y librerías cumplen una función esencial.
Partamos de la premisa básica: sin autor no hay creación. Esta parte esencial, puede tomar la iniciativa y emprender por sí mismo la ardua tarea: auto-edición. Es un camino poco aconsejable, al menos en el sector dedicado a los manuales de texto. Se requiere visitar los centros educativos y ejercer una labor comercial, además de un control absoluto de la totalidad del proceso editorial.
También, se puede contactar con un editor para que nos oriente en aquellas actividades que nos son más extrañas y dificultosas. Obviamente, cuantas más tareas se deleguen mayores serán los costes asociados.
El editor realizará las tareas de legalización, de maquetación y coordinará de forma íntegra a los participantes de la cadena (Puede correr con el riesgo de la edición, adelantar la pasta, variando su porcentaje del 15 al 20 % en detrimento del autor, y bajo ciertas condiciones que le aseguren el control de la distribución de la obra durante un periodo). Si le otorgamos el control total, debemos saber que la costumbre del mercado nos remite a una escueta remuneración del 10% de margen sobre el PVP. En mi opinión nunca debería bajar del 15%.
El impresor tiene encomendada la reproducción de la obra y su encuadernación, amén de ganarse ese 30% . El editor si corre con el riesgo, deberá comprobar que los másters que envía son correctos. El autor deberá otorgar su aceptación al “máster” sea o no el promotor de la acción. La imprenta se lava manos, su única obligación es que coincida el máster con la obra impresa. Siempre, y repito la palabra para que quede constancia, siempre habrán erratas, por tanto cuantos más ojos tanto mejor.
La librería dispone de un local físico, con su almacén y una persona que atiende a sus clientes en persona, todo tiene sus costes y han de retribuirse con justicia. La tienda física tiene sus ventajas, aparte del ser humano que te atiende, la principal es que no tenemos que emitir una factura por pedido y los menores gastos en logística: no hay entrega, ni pasarela de pago. No obstante, disponer de local y empleados no resulta nada barato de ahí que ese 40% sea bastante realista.
Si empleamos una tienda virtual deberemos contar con los gastos de envío 3 € y toda la logística relacionada con almacenamiento, emisión y contabilización de cada factura (20%). Pero ahí no queda la cosa, lo virtual también tiene unos costes asociados:
- El diseño de la web, su mantenimiento, los servidores, etc.
- La pasarela de pago, que es especialmente sangrante, el posicionamiento adecuado, que requiere de una inversión que no resulta nada barata.
Por tanto, cuando hablamos de logística nos referimos tanto al envío como a la tienda virtual. Lo sé, se elimina el porcentaje de la librería, pero debemos asumir la proporción para poder recibir nuestros pedidos en la web y enviarlos, y considerar cuestiones de almacenamiento.
Todos somos imprescindibles, es el ciclo natural de la vida. Nos hacen creer que resultará más barato y mejor para todos si prescindimos de parte de la cadena, pero no es así. Pretenden sustituir al autor por recursos libres y abiertos, al editor y a la librería por tiendas virtuales y al impresor tienen la intención de deslocalizarlo en el sudeste asiático. Para qué me pregunto, si al final los manuales de texto que nos proponen resultan más caros que los nuestros respetando la cadena.